La luz del atardecer es, sin duda, la mas bonita del día. Es cálida, suave y, en cierto modo, mágica. Pero también, como tal, es efímera. Y eso te hace ir a contrareloj. Sobretodo cuando, como yo, trabajas en exteriores sin ningún tipo de luz de apoyo. Por eso, cuando hago comuniones, intento siempre quedar por la tarde, para aprovechar la maravillosa luz del atardecer y que los niños queden estupendos con sus preciosos trajes de comunión.
No en todas las localizaciones queda igual la luz del atardecer. Nunca puede ser lo mismo una sesión en la ciudad, que una en la playa, como la que os vengo a enseñar hoy. Pero, sea en el lugar que sea, esa luz le dará a la sesión un aire especial.
Para las sesiones de comunión es necesario, al menos, un par de meses de margen. Si es que se quiere tener álbum, recordatorios y demás complementos, listos para el día de la comunión. Si no es vuestro caso, con un mes sería más que suficiente.
Comuniones hay de todos los tipos. Desde las que van con todo incluido, hasta las que intentan ser lo más sencillo posible. Yo intento adaptarme a todas las opciones. Aunque, lo cierto es que, como en un álbum, las fotos no lucen igual. Yo siempre recomiendo hacerse un álbum de un momento tan especial, porque creo que es una inversión que, con el tiempo, os encantará tener. Además, la calidad y los acabados de los álbumes con los que trabajo son impecables. ¡Os aseguro que no os defraudará!
Si estáis buscando fotógrafo para la comunión de vuestro hijo/a y tenéis alguna duda en cuanto a tiempo, disponibilidad, tarifa, opciones, etc… No dudéis en consultarme. ¡Estaré encantada de poder ayudaros!
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