Las sesiones familiares tienen algo muy especial para mi. Ya no solo por el reto que suponen, sino porque en ellas tengo la responsabilidad de captar los sentimientos y emociones de cada uno de los miembros de la familia. Y, por supuesto, no todo el mundo se siente igual de cómodo delante de una cámara. Por eso me gusta hablar primero un poquito con los padres para saber cual es su estilo e intuir que es lo que les puede ir mejor para sentirse a gusto. Que sientan el momento de la manera mas familiar posible. Como si yo apenas estuviera allí.
Obviamente, trabajando con niños pequeños llevo uno y mil cacharritos y planes B para que no se aburran y estén lo más entretenidos y participativos posible. Pero lo que mas me gusta, sin duda, es plantear cada sesión como un juego familiar. Yo estoy alrededor, dando algunas indicaciones, pero dejándoles libertad para relacionarse entre ellos de la manera mas natural posible.
De ahí es de donde salen las fotografías que mas me gustan, los momentos mas auténticos y las sonrisas mas sinceras. Esas caras de felicidad en las que luego las madres reconocen a sus pequeños tal y como son. Sin posados perfectos, ni posturas artificiales. Solo ellos, niños en estado puro.
Jugar es esencial para ellos, pero también para nosotros pues nos conecta con nuestro niño interior y da un brillo especial a nuestra mirada. Y yo también juego con ellos. Les animo a que interactúen, a que no me miren siempre a mi. ¡Y me lo paso genial!
Con Herminia, Santi y su peque la cosa fue rodada. Pasamos un par de horas paseando, jugando, disfrutando y creo que eso se nota en la sesión. Aquí os dejo una pequeña muestra, para que veáis lo bien que lo pasamos:
Buen trabajo. saludos.
Muchas gracias!
Saludos!