Los últimos dos meses han sido una auténtica locura, no solo por las fiestas, que descontrolan a cualquiera, sino por la cantidad de trabajo que he tenido. ¡Estoy muy contenta! ¡De verdad! Pero ya necesitaba descansar un poco y poder reorganizar mis ideas y encarar los nuevos proyectos que nos trae este 2016. Por eso, sin duda, esta entrada llega tarde, muy tarde, pues hace dos meses que tuve el placer de hacer esta sesión familiar con Marta, Jose Luis y sus dos peques y aun no había tenido tiempo de sentarme a contároslo.
Marta llegó a mi a través de ver una foto mía en Facebook. Se puso en contacto conmigo porque quería una sesión a mitad de camino entre la sesión de lactancia y la sesión familiar. En esto suelo ser muy flexible, todo se puede hablar, y quedamos en hacer un mix de ambas. Ella tenía ganas de tener un recuerdo bonito de su lactancia prolongada, su peque tiene ya dos años, pero también quería tener algunas fotos chulas de su familia, esas fotos que por unas cosas o por otras siempre cuesta mucho tener. Ya no por no contratar un fotógrafo, eso es lo de menos, sino porque simplemente el tiempo pasa y uno no se acuerda de hacerse fotos de la familia al completo.
Quedamos a finales de noviembre en una gran zona verde de las afueras de Valencia. Yo hasta ese día no lo conocía y fue todo un descubrimiento. Con este otoño/invierno raro que hemos tenido y estamos teniendo este año, a pesar de las fechas que eran tuvimos un tiempo estupendo, un día de mucho sol y con apenas frío, lo que vino muy bien para la parte de las fotos de lactancia. Aunque yo iba bien pertrechada de mantas, por si acaso.
Estuvimos dando un pequeño paseo mientras charlabamos, para ir rompiendo el hielo y en seguida encontramos una zona perfecta para empezar la sesión. El sitio era maravilloso, y los colores del otoño siempre dan mucho juego. Fuimos cambiando de lugar, aprovechando las posibilidades que nos daba el paisaje, con riachuelo incluido, hasta que la niña pidió teta y entonces nos pusimos con la parte de lactancia de la sesión, algo más intimo, intentando siempre captar esos momentos de complicidad tan estrecha que genera el acto de dar el pecho. Una vez no quiso más volvimos a la sesión familiar. Para las fotos de lactancia es muy importante respetar el ritmo de los niños, son ellos los que marcan el cuando y yo siempre intento amoldarme a cada situación.
Para el resto de la sesión estuvimos interactuando con el paisaje, buscando siempre opciones divertidas, que fueran un juego, para que los niños, el mayor de 5 años y la pequeña de 2, no se aburrieran y estuvieran entretenidos en todo momento. Se lo pasaron genial jugando con las hojas secas, haciendo pompas de jabón, leyendo un cuento pop-up, andando por los troncos caidos y saltando en familia. ¡Como veis hicimos de todo y ellos se portaron super bien! (los papás también, jejeje).
Fue una sesión larga, algo más de dos horas, pero muy natural y divertida en la que espero se sintieran tan cómodos como yo haciéndola. ¡Con familias así da gusto trabajar! Aquí os dejo algunas fotos para que veáis de lo que os hablo:
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